En un mundo donde la tecnología y la inmediatez parecen devorarlo todo, hay refugios que resisten, espacios donde la creatividad se nutre de la esencia de lo manual, de lo lúdico, del redescubrimiento de uno mismo. María Petrarca, profesora de artes visuales con 28 años de trayectoria, es la guardiana de uno de esos lugares, “El Tallercito”, un espacio en Necochea que, para ella, es mucho más que un aula: es un santuario para el alma.
La charla con María es un viaje a través de su propia historia, entrelazada con la evolución del arte y la pedagogía en la ciudad, al dialogar en el programa “Esta mañana” con Federico Cañadas y Nicolás Mario Tambascia, que se emite por NEC Radio, 98.3 del multimedios NQ. Desde muy pequeña, el arte fue su brújula. “Fui una niña que siempre estuvo en contacto con el arte”, confiesa, recordando cómo su hermana Mónica la inscribió en la Escuela Municipal de Arte a los seis años, una decisión que marcaría su destino. “Vio que mi vida pasaba por ahí, todo el día experimentando, jugando con barro, una niña que le encantaba salir al patio y armar un público con las muñecas y pintar y charlar.”

Esa curiosidad innata y esa libertad para explorar son la base de su filosofía. Aunque domina todas las disciplinas, desde dibujo y pintura hasta cerámica, María evade las etiquetas. “Me gusta seguir conservando a mi niño interior, entonces por ahí un día hago escultura, un día hago pintura, según la necesidad, según los materiales que disponga”, revela, mostrando la flexibilidad de su espíritu creativo. Esa espontaneidad, sin embargo, no es improvisación vana; es el resultado de una sólida formación que le brindó “herramientas para poder yo elaborar y trabajar y desarrollarme como Profesora de Artes Visuales en dos escuelas”.
El Tallercito, ubicado en calle 69 N° 2056, frente a la Escuela N° 6, es un reflejo de su compromiso con la accesibilidad y la reutilización. En un contexto donde los materiales artísticos pueden ser costosos, María enfatiza: “Siempre traté de que el perfil del taller sea la reutilización de materiales”. Esta premisa no solo aligera la carga económica para las familias, sino que también inculca una conciencia ambiental en los niños.

La pandemia, con sus desafíos y la irrupción de la tecnología en cada aspecto de la vida, también encontró a María adaptándose. “Tuvimos que aprender todos los docentes a ser Youtuber por la pandemia”, cuenta entre risas, remarcando la necesidad de acercarse a lo que sucede con los niños de hoy. Sin embargo, en medio de pantallas y dispositivos, el taller mantiene viva la llama de lo manual.
Más allá de las técnicas, María observa cómo el arte revela la esencia de cada niño, permitiéndoles descubrir su propia personalidad y, en muchos casos, su vocación. También resalta el rol del arte como un espacio de desarrollo para niños con diversas patologías. Para María, el arte es un refugio, un lugar donde “hay un mundo de armonía, de paz”. Y ese refugio no es solo para los más pequeños; también acoge a adultos que buscan reconectar con ese “niño interior” que quizás dejaron postergado.
Con una carrera que la ha llevado a exponer sus obras y a seguir pintando activamente, María Petrarca invita a todos a sumergirse en el mundo del arte. “El Tallercito” abre sus puertas los martes, miércoles y jueves a partir de las 15:30 horas, y también cuenta con clases de cerámica los lunes. “No hay una edad para empezar”, sentencia, desterrando cualquier excusa para no atreverse a explorar la propia creatividad.