En el corazón del barrio puerto, en 22 y 61, la Parroquia Medalla Milagrosa se ha convertido en un refugio y punto de contención para vecinos y familias que atraviesan situaciones de extrema vulnerabilidad. Allí, el padre Alejandro Martínez, cura párroco, y Ana María García, integrante de Cáritas Medalla Milagrosa, describen un escenario social cada vez más complejo, pero al mismo tiempo, iluminado por gestos solidarios que sostienen la esperanza.
Quienes dialogaron con el periodista Jorge Gómez, en el marco del programa Voces de la Ciudad que se emite a través de Estación FREE, 90.3 en FM, manifestaron que “es una realidad que nos compete a todos y que lamentablemente va en aumento. Pero siempre está la respuesta solidaria de quienes deciden comprometerse”. Además, Martínez contrapone esa entrega con una mirada crítica: “Hay dos actitudes: la de quienes necesitan y se acercan, y la de los que están en la vereda de enfrente, murmurando sin involucrarse”.
El comedor que funcionaba en la Parroquia de Lourdes fue trasladado a la Medalla Milagrosa. “Para la caridad no hay jurisdicción. La persona que necesita ayuda viene de donde sea y se la atiende como corresponde”, remarcó el cura. Además del comedor, en la parroquia funciona un centro barrial, espacio clave para contener y asistir a quienes más lo necesitan. “Cuando me nombraron aquí, fue una alegría encontrar un grupo de personas con el corazón ya trabajado por el padre Jesús, que hace años sostiene la tarea de dar de comer todos los días”, valoró.
Por su parte, Ana María García, quien lleva *0 años trabajando en Cáritas, describió una realidad alarmante: “Atendemos la ropería y la entrega de alimentos. Hoy llegamos a 25 familias con una bolsa completa cada mes, pero la situación se complicó muchísimo. Cada vez más gente pide ayuda y no damos abasto con los alimentos que tenemos”.
Sin embargo, destacó que la solidaridad de la comunidad nunca falta: “La gente se acerca con alimentos o dinero para que podamos completar lo que falta. Pero este año me golpeó como nunca antes: hay familias que con lo que cobran sólo tienen para comer hasta el día 10, y después sobreviven gracias a lo que les damos”.
Ana María describió escenas cada vez más dolorosas: “Hay personas que directamente no tienen dónde dormir. Si no se consigue un lugar de resguardo, se mueren de frío. Nunca vi algo así en todos estos años”.
Mientras la demanda crece, en la Parroquia Medalla Milagrosa y Cáritas el compromiso y la solidaridad siguen siendo la respuesta. “Nos duele la realidad, pero sabemos que el corazón generoso de la comunidad siempre está”, concluyó el padre Martínez, apelando a que la sociedad toda se involucre para que la ayuda llegue a cada mesa y a cada hogar que hoy la necesita.
Por Jorge Gómez