A sus 11 años, Antonia no solo defiende la camiseta de Mataderos con garra y talento, sino que también es un ejemplo de la pasión que mueve al fútbol femenino. En un deporte donde las distancias y la falta de equipos son una barrera, ella viaja desde el otro lado de la ciudad para entrenar. Antonia, acompañada de su padre, habló de su amor por el fútbol, la falta de rivales y el sueño de que más chicas se sumen a la cancha en una charla con “Muchachas”, desde los estudios de NEC Radio, 98.3 del multimedios NQ.
Antonia describe lo que la hace feliz. Juega desde los ocho años y, después de un paso por la escuelita EFI, encontró su lugar en Mataderos. “Me gusta jugar de defensa”, cuenta.
Para ella, no se trata solo de patear o hacer goles, sino de frenar al rival y proteger el arco. En un deporte donde “todas quieren agarrar la pelota”, ella se siente cómoda en la retaguardia, una posición que requiere de una gran dosis de disciplina y concentración. Su padre, un exfutbolista que llegó a la reserva en Gimnasia, no oculta su orgullo por la decisión de su hija, y la acompaña en cada partido, incluso cuando tienen que viajar desde lejos de su casa.

La necesidad de más equipos y más espacio para crecer
Antonia habla de la realidad de su categoría, la Sub-13, donde la falta de equipos es una constante. “Con Villa Díaz Vélez jugamos casi todos los partidos”, confiesa. Esto genera un desafío para las jugadoras que buscan crecer y enfrentarse a nuevos estilos de juego. “Me gustaría que haya más equipos, que juegues contra muchas chicas distintas”, dice. “Porque siempre con la misma como que ya no sé”.
Esta falta de competencia se vuelve un tema de conversación recurrente entre los padres, que, conscientes de la situación, buscan soluciones. Luciano subraya que el problema no es solo la escasez de jugadoras, sino también la falta de compromiso en algunos clubes y entrenadores. “Hay muchas categorías que han tenido y han desaparecido porque no hay compromiso por ahí con algunos profes”, asegura.
Durante el programa se debate que es fundamental trabajar en las escuelas para que el fútbol femenino se contagie. El objetivo es que las niñas interesadas tengan la posibilidad de unirse a un equipo y, al mismo tiempo, las que ya juegan puedan hacerlo de manera más competitiva, sin tener que esperar mucho tiempo entre partidos.
La pasión de Antonia no se limita al campo de juego; también se traslada a las tribunas. Con orgullo, revela que es hincha de River, a pesar de que toda su familia, salvo su papá, es de Boca.