El ex policía necochense Matías Larrea recuperó la libertad luego de que el Tribunal de Casación bonaerense resolviera su excarcelación en la causa por la muerte de Noa Suárez, ocurrida en diciembre de 2014 en la comisaría segunda de Quequén. La decisión judicial modificó la carátula que lo había condenado a prisión perpetua en noviembre de 2023 por “torturas seguidas de muerte” y redujo la imputación a “severidades”, con una pena máxima de cinco años.
En diálogo con NECRADIO 98,3 del multimedio NQ, Larrea repasó cómo vivió el proceso y los dos años de detención que lo alejaron de su vida cotidiana. “Fue un golpe durísimo. Ese día estaba en La Plata y escuché la sentencia a 500 kilómetros. Podría haberme ido, pero decidí volver a Necochea y entregarme con mi arma reglamentaria y todas mis pertenencias. Yo sabía lo que había hecho y lo que no había hecho”, aseguró.

El caso se remonta al 5 de diciembre de 2014, cuando un llamado alertó sobre daños en un local céntrico de Quequén. El joven detenido, Noa Suárez, fue trasladado a la comisaría segunda. Larrea explicó que solo intervino en ese procedimiento por pedido de su superior, ya que el móvil que había hecho la detención no podía abrir las puertas traseras. “Lo cargué en mi móvil, lo dejé en la comisaría y me fui. A los siete minutos ya estaba patrullando otra cuadrícula, lo demuestran los registros satelitales. Una hora después, cuando estaba cargando combustible, escuché por radio que pedían una ambulancia porque se había ahorcado un preso. Cuando llegué ya le estaban haciendo RCP. Lo llevamos al hospital de Quequén, pero ingresó fallecido”, relató.
Según las primeras pericias de la policía científica y la autopsia oficial, la muerte de Suárez fue por suicidio. Las lesiones detectadas no correspondían a ese día. “Tenía golpes de vieja data, incluso su novia declaró en el juicio que había sido agredido una semana antes, que lo habían atacado a baldosazos y por eso usaba muletas. Sin embargo, en el debate apareció una médica de parte, llegada desde La Plata y financiada por la Comisión Provincial por la Memoria, que presentó una hipótesis totalmente distinta y contradictoria a todas las pruebas oficiales”, cuestionó Larrea.
A pesar de las pericias, en noviembre de 2023 el Tribunal Oral en lo Criminal N°1 lo condenó a prisión perpetua junto a otros efectivos. Pasó dos años detenido en la Unidad 44 de Batán, donde asegura que transitó las mismas condiciones que cualquier otro interno. “Compartí calabozos con ocho o nueve personas, hice cursos de formación laboral, trabajé en talleres. Fueron dos años que me robaron, y que nadie me devuelve. No lo mido en plata, lo mido en vida. Fue un siglo”.
La reciente resolución de Casación cambió el escenario y abrió la puerta a su libertad. “Nos redujeron la pena a un máximo de cinco años y yo ya cumplí dos. Por eso pedimos la excarcelación. Falta la audiencia de cesura y el recurso extraordinario en la Corte provincial, porque todavía busco la absolución total. Estoy tranquilo porque sé lo que hice y lo que no hice. Quiero que la verdad se ponga en el lugar que corresponde”, afirmó.
Larrea contó además que la condena lo llevó a tomar decisiones personales dolorosas. “Hace nueve años que estoy en pareja y decidimos no tener hijos por la inseguridad que todo esto generaba. Mi familia me acompañó todos los fines de semana, siempre unidos, pero igual perdí dos años de mi vida. Nadie te los devuelve”.
Finalmente, el ex policía dejó una reflexión sobre el impacto de la causa. “Con esta sentencia sufrieron todos: la familia de la víctima y nuestras familias. A los suyos les hicieron creer que había ocurrido algo que no fue. Lo trágico es que se perdió una vida, un chico de 20 años. Yo tenía 23 en ese momento. Pasaron diez años y todavía seguimos pagando las consecuencias. Espero que la verdad salga a la luz y que la Justicia ponga las cosas en el lugar que corresponde”.












