El joven emprendedor José Víctor Arriola, de 36 años, impulsa una iniciativa solidaria que crece en el corazón de Necochea. Desde su food truck “Salvador Comidas al Paso”, ubicado en 47 y 56, organiza junto a su amigo Mauro Fernández una jornada muy especial: cada último domingo del mes, preparan un plato caliente para compartir con jubilados y personas mayores de la ciudad.
“La idea surgió por pedido de mi mamá, que siempre me enseñó a ayudar a los demás. Ella me dijo: ‘Hacé algo por los jubilados’. Y acá estamos, cocinando para ellos una vez al mes”, contó Arriola en diálogo con Multimedios NQ.

El proyecto, completamente autogestionado, nació hace poco más de un mes. “No buscamos dinero, sino dar tiempo. Todos los días separamos un poquito de lo que ganamos, y con eso armamos la comida del domingo. Es nuestro modo de devolver algo”, explicó.
Este mes, el menú será pastel de papa casero, que se entregará en bandejas descartables listas para llevar. “No pedimos nada, solo que vengan. La comida es la excusa: lo importante es el encuentro, escucharlos, acompañarlos. Muchos están solos, y eso duele”, dijo con emoción.
José recordó que el proyecto nació también del ejemplo familiar: “Vengo de una familia de once hermanos. Mi vieja, Marta Fernández, se rompió el alma toda la vida y aún así siempre ayudó a otros. Aprendí de ella que cuando te falta, igual podés compartir”.
Con una trayectoria en gastronomía que lo llevó por distintas provincias —de Salta a San Martín de los Andes—, Arriola decidió volver a Necochea y apostar por su barrio. “El food truck está en una esquina tranquila, pero la gente llega igual. Si lo que hacés es bueno, la gente te busca”, afirmó.
El gesto solidario no pasó desapercibido: “Hay comerciantes que se sumaron sin que los nombremos, panaderías y carnicerías que ayudan con insumos. Hay mucha gente buena, con y sin recursos, que se acerca a colaborar”, resaltó.
Arriola también adelantó que, en próximas ediciones, se sumarán jóvenes profesionales de la salud para ofrecer controles básicos gratuitos, como toma de presión arterial. “Queremos que esto sea más que una comida: un espacio de encuentro, contención y cariño”, señaló.
“Los abuelos fueron siempre las personas más respetadas de la comunidad. Hoy muchos están olvidados. Yo no conocí a mis abuelos, pero cada abrazo que me dan estos abuelos que vienen a comer, me llena el alma”, concluyó con emoción.