Juan Bautista Iriberri, de 48 años y actual presidente del Centro de Acopiadores, abrió las puertas de su vida en una charla con NEC Radio, 98.3 del multimedios NQ, para compartir su recorrido, desde la calle 22 y 87 en Necochea hasta las calles de Dublín y Ciudad de México, y de vuelta al origen.
En el inicio de la conversación se abordó la actividad que se va a estar realizando este viernes 5 de septiembre, a partir de las 14 horas, con entrada libre y gratuita para toda la comunidad, organizada por la regional Necochea de AAPRESID, en las instalaciones del Centro de Acopiadores, ubicadas en Avda. 59 N° 836. “La Jornada Ideas se hace casi todos los años, y este año se ha decidido tomar la inteligencia artificial, que es un tema que a todos nos interesa, porque todos queremos aprender y prepararnos para lo que se viene, sabemos que es una herramienta que va a cambiar la forma en que vivimos, la forma en que trabajamos. Son charlas muy interesantes que están abiertas a toda la comunidad.”

El retorno a las raíces, un viaje de ida y vuelta
Juan Bautista Iriberri, hijo de Juan Leoncio Iriberri, no siempre soñó con seguir los pasos de su padre. Con una inclinación por el arte y la comunicación, estudió Diseño de Imagen y Sonido en Buenos Aires y luego se aventuró a vivir en el extranjero. “Fui a Irlanda, estuve haciendo algunos cursos de cine y también aprendiendo inglés”, relató.
Al regresar a Argentina, la coyuntura política y económica bajo la Secretaría de Comercio Interior de Guillermo Moreno, que había cerrado la exportación de trigo, lo llevó a investigar sobre la cebada como cultivo alternativo. Este interés, nacido de sus experiencias en el exterior, fue el punto de inflexión. “Así fue que me empecé a involucrar en el negocio de mi padre a partir de la cebada”, confesó. Una decisión que, si no fuera por esas circunstancias, “quizá hoy no estaría trabajando con mi padre, probablemente, no lo sé”.
La convivencia de dos personalidades fuertes
Trabajar con el padre, una figura de peso en el empresariado local y en el Centro Vasco, no fue sencillo al principio. “Somos dos personas con mucha personalidad. A ninguno de los dos nos gusta que nos digan lo que tenemos que hacer, así que es bravo”, admitió Iriberri. Sin embargo, el hecho de que su padre ya se estuviera retirando cuando él se sumó a la empresa, hizo que los roces fueran mínimos. “La verdad que tenemos muy buena relación. En el fondo estamos de acuerdo siempre, pero al principio chisporreamos”.
Juan Leoncio Iriberri, de 81 años, continúa con su compromiso social y sus visitas al Centro Vasco, una institución en la que su hijo también ha ocupado el puesto de presidente, siguiendo el camino que su padre ha sembrado. “Mi papá es una persona muy querida”, afirmó Juan.
Necochea, la ciudad que se valora al viajar
La perspectiva de Iriberri sobre Necochea es la de alguien que la ha visto desde lejos. “A mí me encanta vivir acá, realmente estoy acá porque me gusta”, aseguró. Las ventajas de la ciudad, desde el puerto hasta el clima y la cercanía con la playa, son elementos que, a su juicio, la hacen única. “Genera un movimiento económico”, sostuvo sobre la relevancia del puerto.
A pesar de su apego a la ciudad, Iriberri no se siente atraído por la política. “No me interesa, me parece buenísimo que la gente se involucre porque realmente hace falta, pero no es mi terreno”, explicó, prefiriendo enfocarse en su trabajo y en sus responsabilidades comunitarias. Sin embargo, no dudó en reflexionar sobre los problemas de la ciudad, como el estado del Casino. “Nosotros, y yo me incluyo, los necochenses no hemos hecho nada en 30 años”.
La familia, los viajes y la amistad son los pilares de su vida. Con una filosofía de “cuando yo quiero hacer algo, lo hago, no me quedo con la duda, a veces me equivoco pero prefiero equivocarme a quedarme con la duda”, Iriberri demuestra que ha encontrado su propio camino, uno que lo ha llevado a seguir los pasos de su padre, pero con un sello personal, una historia marcada por los viajes que, paradójicamente, lo llevaron a apreciar aún más el lugar al que siempre perteneció.