Más allá de algunas recuperaciones tan puntuales como leves, lo cierto es que la bajante del río Paraná complica y seguirá complicando a la logística agroexportadora durante buena parte del año, obligando a los buques salir con menor calado de los puertos del Gran Rosario e incrementando las habituales operaciones de completamiento de bodegas en Bahía Blanca y Quequén.
De hecho, como informó Argenports.com, el menor caudal hace que los exportadores que operan en las terminales portuarias del sur bonaerense ofrezcan nuevamente importantes “premios” ante la necesidad de completar embarques de maíz en buques provenientes de la Hidrovía que no pudieron cargar el total programado. En tal sentido, tras la importante crecida que tuvo el río a finales del año pasado, que llegó a niveles de alerta en la ciudad de Santa Fe, la situación cambió gradualmente en los meses de verano y actualmente el río se presenta con tendencia a la bajante. En declaraciones al diario El Litoral, de Santa Fe, el especialista en temas hídricos, ingeniero Juan Carlos Bertoni, quien fuera hasta hace poco presidente del Instituto Nacional del Agua (INA), dijo que si bien hay algunas lluvias sobre todo en territorio brasileño y paraguayo, no son suficientes para cambiar el panorama de déficit hídrico que tienen la cuenca superior, y en la parte argentina.
“Desde enero hasta ahora, el nivel del río viene disminuyendo y en Santa Fe tenemos valores que rondan los 1,50 mts, similares a los que tuvimos entre junio y agosto 2023”, recordó.
El último pronóstico a corto plazo que hace el INA indica que para la última semana de abril el río Paraná en Santa Fe rondará entre los 1,20 y 1,50 mts.
“Seguiríamos hacia aguas más bajas y estaríamos devuelta estudiando la sequía en lugar de una situación de crecida”, mencionó Bertoni.
El año pasado cuando se anunció la llegada del fenómeno climático de El Niño, se pronosticaba que se extienda en el tiempo, pero esto no sucedió y del comienzo “fuerte” que tuvo en los últimos meses del 2023 pasó hacia un Niño “débil”.
“Teníamos un Niño con un valor entre 1,5 y 2, por eso se hablaba que íbamos a tener un Niño fuerte. Pero después progresivamente con las condiciones que se fueron dando se prevé que para mayo de este año el valor va a bajar en promedio a neutro. Incluso vamos hacia una Niña para octubre de este año. Es decir que no solo ha empezado la época de menor lluvia sino que climáticamente vamos a tener un año seco y una sequía en la Cuenca del Plata”, analizó Bertoni.
Para los próximos meses, Bertoni estimó que la situación no cambiará mucho en relación a los niveles del Paraná.
“Seguiríamos hacia aguas más bajas y estaríamos devuelta estudiando la sequía en lugar de una situación de crecida”.
En cuanto a lo que sucederá hacia el próximo verano, el especialista proyectó que “teniendo en cuenta los tres factores a estudiar, en octubre vamos a tener una Niña con niveles entre -1 y -2, y eso no va a cambiar inmediatamente la cuestión, y aún si tenemos lluvias importantes hacia el próximo verano, ya que para que se dé una importante crecida primero se tiene que recuperar la humedad del suelo y las cuencas”.
Sin crecidas, al menos hasta el verano
Por su parte, el investigador del Conicet Juan José Neiff, también aludió a la pronunciada bajante del río Paraná y dijo que seguirá una etapa de poca agua en la cuenca, sin perspectiva de crecida, al menos hasta el verano que viene.
En coincidencia con Bertoni, aseguró que se está entrando en el periodo de menos lluvias en la Cuenca del Plata.
“Recién comienza nuevamente la etapa lluviosa a partir de septiembre, octubre, más o menos en la alta cuenca, entonces los caudales se van a mantener bajos”, dijo al medio Aire Libre.
Incluso, sumó a todo esto el ingreso al invierno, en lo que le llaman fenómeno de La Niña, que se caracteriza por un periodo en el cual llueve bastante menos debido a que hay menos evaporación en el pacífico ecuatorial, en el mar, lo que hace que haya menos cantidad de precipitaciones en la Cuenca del Plata.
El profesional sostuvo que las ciudades del Litoral deben estar en alerta, no una alarma, porque pueden suscitarse problemas en la provisión de agua, mortandad de peces y mayor cantidad de sustancias contaminantes en las playas.
“Es muy difícil en este tema realizar pronósticos porque estamos viendo una variabilidad extrema del clima, con eventos convulsivos de lluvias y distintas situaciones. Hemos tenido una seca demasiado prolongada, que no la tuvimos en 100 años por ejemplo, entonces cuando uno tiene anomalías que se dan con muy baja frecuencia, uno dice cuándo puede ser la próxima o qué nos espera luego y no sabemos por qué no tenemos datos”, explicó.