Durante los últimos días se han registrado en playas bonaerenses entre nuestra ciudad y el Faro Querandí ejemplares de lobos marinos subantárticos (Arctochephalus tropicalis).
El Grupo de Biología, Ecología y Conservación de Mamíferos Marinos subrayó que esta especie no se distribuye en Sudamérica, ya que sus colonias reproductivas se ubican en islas oceánicas al norte de la convergencia antártica.
Aunque no es una especie migratoria, algunos ejemplares se desplazan grandes distancias desde sus colonias reproductivas, por lo que son frecuentes en Sudáfrica, Sudamérica, Australia e islas de Juan Fernández y Georgias del Sur.
Las colonias más cercanas se encuentran a más de 4000 kilómetros del Mar Argentino, y se estima que llegan a las costas de Sudamérica llevados por grandes corrientes oceánicas. La presencia en Argentina, Uruguay y Brasil se ha incrementado a través de los años y en el país suelen registrarse con mayor frecuencia en los meses de julio, agosto y septiembre. Los animales que suelen registrarse son principalmente machos adultos, aunque es posible ver también hembras adultas y juveniles de ambos sexos.
Los lobos marinos subantárticos tienen una coloración característica, un color gris amarillento en la cara, garganta y pecho, y bigotes muy largos de color claro. En algunos ejemplares fue visible la coloración más oscura y el pelaje en forma de cresta erguida en la frente, característico de los machos adultos.
Los machos suelen alcanzar tallas de hasta 2 metros y pesar hasta 160 kilos, mientras que las hembras raramente superan el 1,5 metro de largo y 55 kilos de peso. La edad de madurez reproductiva en las hembras es de 4-6 años y en los machos de 4-8 años. El período reproductivo se da de noviembre a enero, con una estructura de harenes de 6 a 12 hembras, en la que los machos llegan antes a las zonas reproductivas para establecer sus territorios y posteriormente llegan las hembras a parir y reproducirse.
La lactancia de las crías dura aproximadamente 300 días y las hembras alternan periodos de lactancia en tierra con periodos de alimentación en el mar. La dieta se basa principalmente en el consumo de calamares, complementado con krill, peces y en ocasiones pingüinos y aves, aunque varía según la zona y la estación del año.
Esta especie fue explotada drásticamente casi hasta su extinción por la comercialización de sus pieles en el siglo XVIII y XIX, y se ha recuperado luego de su protección en el siglo XX. Las islas reproductivas son áreas protegidas. y esta especie está protegida por normas nacionales e internacionales. Son consideradas en la actualidad como una especie de preocupación menor por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés).
El Grupo de Biología, Ecología y Conservación de Mamíferos Marinos agradeció a la guardaparque Natalia Martino, del cuerpo de Guardaparques de General Pueyrredón; Julia Wallnofer, de la Fundación Ecológica de Pinamar; Mariana Gentile, de la ONG Conservación Marina, Carlos Leo, de Necochea, y Alexia Aguilar por la información sobre la presencia de estos ejemplares en la costa.